La resina que hace la fabricación de los chicles posible es el chicozapote. En el país en el que se fabrica, Méxco, son unos grandes masticadores de chicles, el segundo país que más chicle consume.
Los chicles pegados aparecen por todas partes, y cada uno de ellos lleva 5000 bacterias.
Calculan que por cada cuadrado hay 70 chicles.
En Singapur, estuvo prohibido el consumo del chicle durante 12 años, con la condena de pena de cárcel.
Ahora permiten mascarlos, pero solo con fines terapéuticos, más o menos, como el consumo de marihuana en Estados Unidos.
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