LA
VERDADERA HISTORIA DEL FOSO DE GAUZÓN
Se supone que un relato debería comenzar
con una buena presentación, si, ya sabes, todos esos rollos en los que dices
que vas a contar, quien eres, etc. Pues no, porque esta historia no es normal y
además mi idea es únicamente para aclarar una serie de cosas que se han
ocultado, es decir para personas que quieran saber la verdad sobre el foso del
Castillo de Gauzón, no para ese tipo de personas que se enrollan como persianas
con introducción por aquí y aclaración por allá. Os aviso, no os hagáis los
tontos y leed, solo así lo disfrutaréis del hecho histórico que se ha ocultado
tras tanto tiempo y en el que yo estaba metido hasta el cuello…
… Era un fin de semana sin demasiada
actividad y Guille y yo nos aburríamos como ostras. Nos fuimos a nuestras
respectivas casas y dediqué la hora de la comida ha revolver la sopa y pensar
en algo que hacer cuando Guille viniese a buscarme. Era una pena que no
estuviese Viana, una de los muchas hermanas de mi amigo que en estos momentos
tendría más de cien mil ideas sobre que hacer. De repente, se me ocurrió lo que
en aquellos momentos yo pensaba, la mejor idea del mundo y un seguro pase a una
tarde y puede que una noche repletas de diversión. No pude esperar más y
lanzando la cuchara por los aires corrí a casa de Guille. El todavía estaba
comiendo cuando llegué. Le cogí del brazo y le llevé, aunque más bien le
arrastré lo suficiente como para alejarnos del pueblo y que nadie nos oyese. Ya
preparados detrás de unos arbustos nos miramos e instantáneamente Guille gritó:
-¡OH, no! Te conozco lo bastante bien como para
reconocer ese brillo en los ojos y se que no me puede augurar nada bueno así
que cuando se te halla esfumado del coco la sola idea de la locura que se te ha
ocurrido esta vez me avisas.
Pero yo soy muy cabezota y no me dejé
vencer tan fácilmente y después de regalarle, sin devoluciones, todas mis
canicas a Guille me escuchó y accedió no muy convencido. Mí por aquel entonces
maravilloso plan era ir de excursión al Castillo de Gauzón. No entenderéis el
porque de tanto alboroto pero resulta que en el pequeño pueblecito de Raíces se
consideraba casi un delito ir a ese siniestro lugar poseedor de tantas
historias y leyendas.
Sin
más dilación nos pusimos a recorrer la ruta ya casi inexistente que nos
llevaría directos al jardín del castillo. Guille era torpe y lento por los dos,
se me hizo interminable. La caminata nos quitó dos horas de diversión y cuando
llegamos ya le estaban empezando a salir moratones en las piernas y tenía al
menos diez rasguñas de las ramas en cada brazo. Nos detuvimos un rato a beber y
Guille, que nunca salía de casa sin llevar al menos una chocolatina se pegó
toda una merendola con la simple excusa de que sin él tendría que haber venido
solo. Os juró que a veces me gustaría matarlo. Por fin se levantó y comenzamos
a explorar el castillo. Al final de la tarde solo nos quedaba el viejo torreón
al que Guille no se atrevía a subir. En esta construcción estaban basadas todas
y cada una de las leyendas del antiquísimo Castillo de Gauzón.
Conseguí convencerle al vaciar en su
chaqueta todas mis existencias de caramelos. Subo despacito las escaleras,
tomándome mi tiempo examinando cada peldaño antes de pisarlo y, para empeorarlo
más, con Guille colgado de mi brazo. Subimos arriba y me pongo en posición
pensativa mientras tomo nota de cada detalle de la diminuta estancia.
Sorprendentemente, todo seguía igual que
como mi abuelo me contó en una de sus historias y me hace sentir como si ya
hubiese estado aquí antes. Me olvidó de todo cuando Guille grita como un loco
al oír un crujido del tejado y sale disparado a las escaleras. Bajo corriendo
detrás de él, con lo despistado que es aquí le puede pasar cualquier cosa.
Llego con los pulmones a punto de
estallarme al altiplano donde se acaban las escaleras pero no hay ni rastro de
mi amigo. Espero unos minutos revisando el terreno y agudizando el oído a ver
si le oigo pero no da resultados así que ligeramente alarmado parto en su
busca. Escucho sus gritos en un lugar a mi izquierda y diviso los restos de un
foso detrás de una enorme roca. Le saco de allí como puedo pero me quedo
paralizado al ver a mi lado en un agujero similar los restos de lo que creo que
era una mujer. Guille sigue mi mirada y en el momento mismo en el que entrevé
los restos vuelve a echar a correr casi en estado de shock.
La verdad es que en esos momentos tampoco
puedo presumir de haber sido muy valiente ya que le seguí aterrado. Casi sin
darnos cuenta conseguimos regresar al pueblo y lo soltamos todo. Este hecho,
que yo considero histórico se hizo público pero no de la manera de la que
nosotros lo contamos. Como podréis comprobar si buscáis la información, si que
descubrieron el foso en el mi amigo se cayó pero lo que nos comunicaron a
nosotros fue que no habían encontrado nada en ellos y aunque yo no estoy
todavía muy seguro ya que podrían haber querido encubrirlo por algún motivo, no
lo sé, pero lo que si se con seguridad es que no volveré a ese lugar, con, o
sin restos.
FIN
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